miércoles, 26 de febrero de 2014

Deportes de Primera



Al fin se quito la careta el futbol venezolano…

La mascara que presentaba el Futbol Profesional Venezolano como su imagen se desvaneció, al menos dejó ver su verdadero rostro en público. Los andamiajes que sostenían una estructura con bases deleznables se vinieron abajo dejando en evidencia lo que todos sabían pero no habían podido comprobar con hechos tajantes.

Dignidad y honor son características que reinan en el deporte, son máximas universales dentro del mismo. Sin embargo hace bastante tiempo que desertaron del entorno dirigencial del balompié criollo. Federativos y directivos de clubes en Venezuela llevan tiempo haciendo de las suyas y manejando el espectáculo sin el menor indicio de coherencia posible, pero lo que ha acontecido durante la fecha 7 del torneo Clausura los deja sin tapujos.

Por un lado el Presidente de la Federación Venezolana de Futbol, Rafael Esquivel y el Presidente de la Comisión de Torneos Nacionales, Laureano González, dejaron en evidencia que le venderían el alma al diablo si el caso fuera necesario para preservar sus intereses personales.

Es lo que se puede deducir luego de no prestarle la menor atención a la solicitud hecha por la Asociación Única de Futbolistas Profesionales de Venezuela de postergar la jornada 7 pautada para el fin de semana anterior, debido a las manifestaciones que se vienen presentando desde hace unas semanas en varias ciudades de nuestro país y por ende, no existir garantías de seguridad para quienes conforman el entorno del Futve, jugadores, entrenadores, árbitros, dirigentes, periodistas, entre otros.

Almenos considerar la propuesta, debió ser el mínimo gesto de respeto para quienes son los protagonistas del show y quienes en definitiva son la materia prima, hablando  en términos empresariales, porque eso es el futbol, una empresa. Por lo menos en otros países es así y se maneja como tal. Muy distinto a la bodega que conduce Esquivel en nuestra patria.

Por otro lado están los directivos de clubes, descarados que aplaudidos por los federativos nunca han mostrado pudor o vergüenza para conducir los destinos de la gran mayoría de los conjuntos del futbol nacional. Siempre están irrespetando la labor del futbolista, entrenadores, utileros, médicos, jefes de prensa, proveedores, y todo aquel que cumple alguna función laboral en algún equipo, siempre están adeudando salarios, premios o bonificaciones. Ahora llegan con su cara bien lavada para aplicarles incumplimiento de contrato a integrantes de equipos que sostuvieron una postura acorde a la necesidad que ameritaba la ocasión.

El Futbol Venezolano ha tomado cierta repercusión en nuestro país gracias al desarrollo de la selección nacional de futbol, que marcha por un camino muy distante al del balompié local y gracias a jugadores y entrenadores que se han preocupado en su preparación como profesional para levantar el nivel. Pero si alguien tiene peso a la hora de resaltar a quienes han sostenido al futve sobre sus hombros y lo han ayudado a levantar para que sea visto un poco más, esos son los periodistas que sienten pasión por este deporte y a la vez por la comunicación.

Que personas hayan vinculado estas dos pasiones, sin lugar a dudas representa el mayor porcentaje de que nuestro futbol le importe a más gente en nuestro país y que trate de recuperar terreno en comparación con otros deportes profesionales venezolanos como el beisbol y baloncesto. Pero es imposible con parásitos manejando los destinos de un deporte que en el mundo es Rey, menos en Venezuela.

Hay que ser un delincuente para aplicar el incumplimiento de contrato a un jugador o entrenador por no presentarse a la cancha en un partido, cuando el que siempre está moroso es la gerencia del club con su plantilla. Y peor aun es que se le revoque el vínculo contractual a un futbolista por ideologías políticas. Lo que falta es que te pidan el carnet político para poder jugar o entrar al estadio.

Y así queremos ir a un mundial. Con los anacronismos y bandidos que están en el futbol venezolano, no creo.