jueves, 22 de mayo de 2014

Deportes de Primera



Victoria legítima, pero con lunar…

La final del Fútbol Profesional de Venezuela en su máxima categoría entre Zamora FC y Mineros de Guayana prometía brindar un gran espectáculo, excelente nivel futbolístico técnico – táctico y ser muy apretada. El partido de ida disputado en el Agustín Tovar “La Carolina” de Barinas no defraudó, presentó mucho de lo esperado, y quizá lo no esperado también.

Los planteamientos de ambos conjuntos estaban bien definidos desde el arranque y se podían diferenciar claramente, en un escenario que estuvo colmado por el colorido de la afición barinesa que esperanzada en su blanquinegro, decidió acompañarlo en masa aquella tarde noche del tercer domingo de mayo.

El que más provecho pudo sacar o quizá fue el más efectivo en su planteamiento, fue el conjunto local, Zamora salió a comerse a su rival en su casa, con condiciones a su favor y ante su público. Además del vértigo y la manera desenfrenada de buscar el arco rival que presenta el gen del onceno marqués, la presión en la mitad de la cancha para desconectar el circuito minerista en los minutos de arranque tuvo su efecto con el gol de Pedro Ramírez apenas corriendo el primer minuto del partido.

Ya desde ahí se notaba que para Zamora era importante golpear a Mineros desde el vamos y tomarle ventaja en el marcador por las situaciones en que se llegaba a la serie y además lo que implica un gol de camerino. Y tal vez un gol en contra para un conjunto visitante en los primeros minutos del encuentro es algo que siempre está latente y con muchas probabilidades de cumplirse, a pesar de ser una final. Pero dos goles en menos de cinco minutos tiene que ser un impacto que te puede bloquear y liquidar.

Los de Richard Páez fueron vapuleados durante el primer cuarto de hora del partido, y fue justamente luego de los quince minutos que el negriazul pudo ir reaccionando, despertando del letargo en el que estuvo inmerso mientras la furia llanera hacía su festín con su gente. El volumen de juego fue apareciendo, el traslado de la pelota es algo que gustaba a pesar de estar abajo en la pizarra y comenzaron a conseguir brechas en el fondo barinés.

Pero de las tres oportunidades claras que se generaron a partir del toque y toque de los de Páez, solo una fue concretada. Tal vez hasta la menos clara, Julián Hurtado se levanto muy bien de cabeza y colocaba el descuento, mientras que poco después, Alejandro Guerra y Zamir Valoyes perdonaron minutos antes del cierre de la primera mitad. Los de Guayana terminaron tocando calipso en ese primer tiempo a pesar de lo sucedido en el arranque, pero no fueron efectivos.

En tan solo una mitad, ya habíamos observado dos partidos. El de Zamora asolando al conjunto guayanés, y la reacción que metió de nuevo a los negriazules en la serie. Con el 2 x 1 al inicio de la segunda parte y Mineros dueño de la pelota, metiendo en apuros a la defensiva zamorana. Todo indicaba que la final seguiría con un marcador muy parejo, sin embargo el autogol de Rafael Acosta luego del tiro libre cobrado por Ramírez le cambió la ruta al partido.

Aquel tercer tanto tuvo repercusiones que pocos han mencionado y que pudiera ser clave en el destino que tomó esta finalísima si los de Barinas terminan siendo los campeones. Ese tercer tanto parece haber generado el nerviosismo para que Richard decidiera trastocar su onceno con la salida de Acosta y la inclusión de Chourio. Sacando a un recuperador por un ofensivo, ambos volantes. Así, Mineros dejó un boquete en la zona medular que los de Sanvicente supieron aprovechar para anidar un curto gol de mucho peso.

Con el 3 x 1 en contra pero en Cachamay, la serie parecía un tanto más alcanzable para los del sur del país, sobre todo después de cómo inició el partido en Barinas. Esa decisión de Richard Páez parece no fue del todo acertada, porque parece que se le olvidó que aun restaba mucho tiempo en ese mismo partido y todo un partido en Puerto Ordaz.

Sin embargo hubo otro momento en el partido que puede ser más que el punto de inflexión en la serie. Aquel gol de Juan Falcón que marcaba el segundo para los blanquinegros le pone un manchón negro y tremendo a la historia. La acción del ariete portugueseño no fue la más deportiva y mucho menos caballerosa. Anotó el gol luego de que Romo se declarase de brazos caídos por una lesión en su pierna que le imposibilito moverse.

La victoria de Zamora fue legítima, pero aquella acción de Falcón será reprochable para la eternidad. No se pone en tela de juicio que los barineses hubiesen ganado de la misma forma si Juan hubiese aplicado el juego limpio, pero la historia hubiese quedado impecable.

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